jueves, 12 de noviembre de 2009

SOPOR


Larguirucho está al final de la barra y tiene ceniza en el gesto extraviado mientras juguetea con la copa que tiene ante él. Sabiendo lo que le ocurre, no es difícil adivinar en lo que anda pensando.
En las mesas del fondo, los habituales reparten gestos en silencio, la mayoría de ellos dirigidos hacia una barra sobre la que el Piojoso se desmadeja con la expresión más hosca que de costumbre. Yo mismo estoy a punto de reclinarme, pero el temor a ser parasitado por algún hongo carnívoro me detiene a tiempo. A duras penas mantengo la vertical y es que hace un calor impertinente, pegajoso y sobón que aplatana al más animoso.

-¡Qué calor! -la puerta se ha abierto dando paso a Bajito. Nadie se molesta en contestar.
-Ya podías poner aire acondicionado -sigue Bajito, mosqueado ante la falta de respuesta.
-Ya tengo -replica el Piojoso tras dirigirle una aguda mirada de hastío.
-¿Ah sí?
-Pues sí, yo me doy aire sirviéndote a condición de que cierres la boca -y ladra una carcajada áspera y seca seguida de una tos húmeda y llorosa.
Los de las mesas sueltan alguna risita floja que deteriora deprisa en el sopor. Bajito termina por encogerse de hombros y acepta el café y la copa que le sirve el Piojoso. Este ha recuperado la expresión taciturna velada ahora, por el humo que asciende del cigarrillo recién prendido. Nada mejor contra la tos.
De camino a una mesa, Bajito pasa al lado de Larguirucho a quien le hace un gesto.
-¿Cómo va? -grazna, afectado ya por el aire espeso del interior del local.
Larguirucho frunce los labios y cabecea ligeramente sin decir palabra.
-¿Igual? -insiste Bajito con el tacto de una excavadora instalando un marcapasos.
-Peor -suelta al fin Larguirucho con una pequeña sonrisa-. Esta espera me está matando -suelta y se ríe con unas carcajadas que al final parecen sollozos. Bajito se queda sin saber qué responder y tras darle una palmadita vacilante en el hombro, va a sentarse a una mesa.

El bar vuelve a quedar en silencio y, notando que la camiseta se me pega a la espalda, decido marcharme. Hoy llevo un regusto amargo en la boca, será que el café era más fuerte que de costumbre. O quizás el calor mugriento que hace o el sentido del humor de un hombre que se muere. No sé.
Debería buscarme un bar con aire acondicionado para estos días.
Posiblemente lo haga.


Publicado el 18 de junio 2009 en Letras para Soñar

4 comentarios:

  1. Me has hecho pasar calor, con el frío que hace hoy en Barcelona.
    Dile a Larguirucho que pasee un poco y disfrute... que con tanto estar encerrado en el bar no me extraña que esté un poco "depre"
    Saludos
    Rosa.-

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay Rosa! Es que esa entrada es de junio y me temo que poco puedo decirle a Larguirucho. De todas formas no pasa la vida en el bar... creo.
    Ese sol que abrasa, Vero, a mí me sobra un poquito ;-)

    ResponderEliminar
  3. Cómo me gustan los ladridos del Piojoso y cómo se hace respetar por todos.
    Largirucho prefiere reir que llorar. Mucho mejor.

    ResponderEliminar