-Y ahora les toca a los ellos, a los buitres.
-Pues no era más que pellejo y huesos por lo que dicen. Hasta calvo estaba.
-No le buscan a él -y Bajito frota el índice con el pulgar-. Y algunos de los peores la propia familia. ¡Menuda vida! Sin saber nunca quién te quiere.
-En eso tienes razón -dice Sabio sin demasiado interés apartando la mirada del televisor con imágenes de Michael Jackson bailando-. ¿Qué tal las vacaciones? -pregunta al Piojoso que anda a vueltas con un trapo gris con aspecto de haber sido camiseta en una vida anterior.
-Una mierda, me las he tirado aquí pintando y limpiando.
Las miradas de todos se cruzan y el interrogante pende mudo en el aire viciado: ¿Limpiando? ¿Pintando?
-El almacén, coño, que vino un inspector de esos de la higiene o la limpieza o cómo cojones se llamen, y me quería cerrar el bar. Así que de vacaciones nada, limpiando y pintando. Ya ves tú la falta que hacía.
Asiento con los demás cuando en su recorrido la mirada del Piojoso llega hasta mí. Luego, procurando no tocar la barra, increíble el polvo que se ha pegado sobre sus grasienta superficie durante las "vacaciones", dejo mis monedas y salgo a la calle, al calor infernal y húmedo de otro día de verano.
Aunque noto el sudor en la frente, sonrío satisfecho mientras me desperezo con disimulo. ¡Qué ganas tenía de que reabrieran el Piojoso!
-Pues no era más que pellejo y huesos por lo que dicen. Hasta calvo estaba.
-No le buscan a él -y Bajito frota el índice con el pulgar-. Y algunos de los peores la propia familia. ¡Menuda vida! Sin saber nunca quién te quiere.
-En eso tienes razón -dice Sabio sin demasiado interés apartando la mirada del televisor con imágenes de Michael Jackson bailando-. ¿Qué tal las vacaciones? -pregunta al Piojoso que anda a vueltas con un trapo gris con aspecto de haber sido camiseta en una vida anterior.
-Una mierda, me las he tirado aquí pintando y limpiando.
Las miradas de todos se cruzan y el interrogante pende mudo en el aire viciado: ¿Limpiando? ¿Pintando?
-El almacén, coño, que vino un inspector de esos de la higiene o la limpieza o cómo cojones se llamen, y me quería cerrar el bar. Así que de vacaciones nada, limpiando y pintando. Ya ves tú la falta que hacía.
Asiento con los demás cuando en su recorrido la mirada del Piojoso llega hasta mí. Luego, procurando no tocar la barra, increíble el polvo que se ha pegado sobre sus grasienta superficie durante las "vacaciones", dejo mis monedas y salgo a la calle, al calor infernal y húmedo de otro día de verano.
Aunque noto el sudor en la frente, sonrío satisfecho mientras me desperezo con disimulo. ¡Qué ganas tenía de que reabrieran el Piojoso!
Publicado el 7 de julio del 2009 en Letras para Soñar.
¿Sólo el almacén? Vaya inspección de sanidad...
ResponderEliminarBuenoooo, el bar aún tiene un pase. Ten en cuenta que el tío no cocina nada de nada. Como mucho puedes tomarte unas papas o unos cacahuetes. Pero no quiero ni pensar en como estaría el alamacén. Por cierto, creo que nadie ha vuelto a ver al inspector de marras... Je,je,je.
ResponderEliminarY que es ahora de la vida del piojoso? como es en invierno? hacen chocolate caliente? :)
ResponderEliminarEn invierno? Pero si aquí en Valoencia no hay invierno. ¿Chocolate? Ahí sólo hay café y alcohol y supongo que algún que otro refresco... No es broma.
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