martes, 15 de diciembre de 2009

VUELTA AL PIOJOSO


-Pues mira, ésta del meñique es para la oreja, que a veces me pica y no veas que gusto, y ésta...

-Pa la nariz, que tú la guitarra no la tocas. Mira que eres guarro, no vuelvo a darte la mano así me ahorquen.

-¡Coño, Paco! ¡Que me las lavo! También eres tú cabrón. -Bajito está rojo de vergüenza ante el comentario del Piojoso. Esconde la mano que hasta hace un momento aireaba orgulloso mientras explicaba los quehaceres de sus dos uñas más largas. Estoy con el Piojoso, Bajito es una guarro. Lo que tiene guasa es que sea el Piojoso quien lo diga. Y también tiene su aquel que Bajito siempre dé pie a los demás para meterse con él. A veces sospecho que lo tienen ensayado para cuando entra alguien. Y eso es justo lo que acabo de hacer yo: entrar y después de varias semanas sin hacerlo.

-Qué cojones te las vas a lavar -escupe el Piojoso tras echarme un vistazo por el rabillo del ojo. ¡Menuda mirada! Si me la echa de frente, me desintegra en el sitio-. Cuando vas a mear aquí, no tocas ni el grifo.

-¿Cómo que no? -susurra Bajito cada vez más rojo-. Sí que me las lavo, lo que pasa es que tú no me ves.

-¡Qué no, coño! -replica el Piojoso dando una palmada sobre la barra-. No hay jabón y el secador hace meses que no va y tú siempre sales con las manos secas.

Ahí ya no me puedo contener y suelto la carcajada. El Piojoso se gira hacia mí como una serpiente. Intento disfrazar la risa de tos a la vez que me hago el distraido, como si la cosa no fuera conmigo. Como si no hiciera días, muchos días, que no aparezco y sólo estuviera esperando mi café... Lo llevo claro.

-Mucho tiempo, ¿no? -el tono del Piojoso es suave y más falso que el beso de Judas.

-Bueno, sí. Verás, he dejado de fumar y venir por aquí me daba unas ganas que apenas conseguía controlar y pensé que... -mi farfullo se pierde en el silencio denso del bar. Todos los ojos están dirigidos a mí y, casualidad o no, todos dan unas hermosas y profundas caladas a sus pitillos. Todos menos el Piojoso que no está fumando. Pero le pone remedio. Antes de seguir hablando, se enciende uno con parsimonia.

-Ya, y has vuelto a caer.

-No, no. Sigo sin fumar -intento sonreír, pero desisto. al fondo del local solo hay humo y ojos entornados que me observan-. Lo echaba de menos -digo haciendo un gesto que abarca el bar.

-Normal -interviene Bajito que nunca aprenderá-. Somos cojonudos, ¿verdad, Paco? Y nos echaba de menos.

Le daría un beso a Bajito si no fuera porque no estoy vacunado contra el tétanos. Acaba de cagarla otra vez rompiendo la tensión. Un poco más y ...

-Tú si que eres cojonudo, joder. Tú y tus uñas. Lo que echa de menos es el tabaco -concluye el Piojoso con un gruñido. Pero se acerca a la cafetera y al cabo de unos minutos yo tengo mi café y los demás vuelven a lo suyo, dejándome estar.

El Piojoso se equivoca, no es el tabaco lo que echo de menos (bueno, algo sí), es el café que hace el jodío. Me llevo la taza a los labios y lo saboreo. ¿Cómo lo hará? Procuro controlarme, me costará algo de tiempo, pero volveré a integrarme cueste lo que cueste. Este café vale la pena, ya lo creo.

Publicado el 21 de octubre de 2009 en Letras para Soñar.

3 comentarios:

  1. A veces hay que aceptar las nuevas cosas, buenas o malas que te trae la vida. A lo mejor a la larga te acostumbras y no quieres cambiarlas por otras :)

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  2. Ya veremos cuando entre en vigor la prohibición de fumar en locales cerrados si cumple El Piojoso lo que dijo.

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  3. Hola Joe, cuando puedas pásate por mi blog, tengo un detalle para ti...
    Besos
    Rosa.-

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