domingo, 25 de octubre de 2009

El Forastero


Para poner a los recién llegados en antecedentes, explicaré que El Piojoso es un bar que frecuento y que recibe ese nombre por la imagen que ofrecen tanto dueño como local. Por razones obvias, no diré cuál es el auténtico nombre del establecimiento.
Este bar es mi sitio preferido tanto para tomarme un café a primera hora de la mañana como para observar su "fauna" que es de lo más variopinta.





-¿Me pone un cortadito con la leche bien caliente, por favor?

Tipo nuevo, buena ropa, bien afeitado y con aromas a jabón y cremas. Es su primera vez. El "Piojoso" es el único bar abierto hoy en el barrio, se ve que la Semana Santa se la trae al viento.

-Está todo cerrado- esgrime el novato a modo de disculpa. Me sonríe con timidez, le devuelvo la sonrisa con brevedad. Espero que ninguno de los habituales me haya visto.

El silencio en el local es profundo. Los del fondo le acechan desde su pozo de humo.
Mi café aparece y las monedas sobre la barra desaparecen como por ensalmo. Dejo que mi vista se pierda en la calle aunque vigilo de reojo al nuevo. Comienza a sentirse incómodo, no sabe cómo colocarse. No quiere apoyarse en la barra, la chaqueta de ante que viste sufriría una agresión mugrienta si lo hiciera. Se queda de pie con las manos en los bolsillos, aguardando el café.

-¡Vaya día!- exclama cuando por fin se lo sirven.

-Ochentaycincocéntimos.

-¿Eh?

-Quesonochentaycincocéntimos- ametralla el dueño del "Piojoso".

-¡Ah! ¡Caramba! Ochenta y cinco céntimos, ya no quedan sitios como este.

¿Caramba? La acaba de cagar.

Las miradas le taladran con desconfianza y yo reprimo un escalofrío. El tipo se la está jugando. Parece darse cuenta porque engulle el café a toda prisa, tiene que haberse quemado, y con lágrimas en los ojos, sale de estampida con un que pasen un buen día.
El dueño del Piojoso farfulla algo que suena como atomarporculo y que obtiene unos gruñidos de asentimiento por parte de los habituales. Cuando me mira a mí, me limito a curvar el labio como si fuera a escupir y prendo un pitillo. Cabecea satisfecho, el forastero se ha marchado y todos estamos contentos. Yo termino el café y me largo sin decir nada. Ya en la calle, aun alcanzo a distinguir a lo lejos al dueño de la chaqueta de ante, anda ligero y al poco echa a correr. No creo que vuelva.
Publicado el 10 de abril del 2009 en Letras para Soñar.

2 comentarios:

  1. Amigo Joe, suerte en esta nueva andanza.
    Abrazos.
    Ricardo y Carmen

    ResponderEliminar
  2. Que maravilla de auténtico suelo de bar cochambroso. :)
    Este blog tiene pinta de que va a ser muy pero que muy popular.

    ResponderEliminar