-¿No te fías de mí?
-Pues mira, no. Antes le meto la mano en la boca al perro del Jaime que dejarte a ti un euro.
-¡Serás cabrón! Mi perro no es tan malo.
-No, solo que le sobran dientes y mala leche.
-Si la gente lo deja en paz, no hace nada.
-Y si tú me dejas en paz a mí, no te mando a la mierda -se revuelve el Piojoso. No le faltan motivos, el can en cuestión tiene a medio barrio acongojado y el dueño es un capullo de mucho cuidado.
-Coño,Paco...
-Paco tiene razón, tu perro es un peligro. Es muy cabrón el chucho ese.
-De chucho nada, es un rottweiler con pedigrí. -El tal Jaime se muestra indignado, tanto como si estuviera hablando de un hijo.
-Pues al rotpolla ese lo mantienes lejos de mi bar, ya lo sabes.
-Vale, hostia. No lo he vuelto a traer desde entonces.
-Pues eso, lejos de aquí -espeta el Piojoso zanjando la discusión. Se vuelve hacia el otro-. Y tú, que me des la razón no va a hacer que te dé un duro. Yo no doy pasta para que te la juegues en la puta máquina.
-¡Que no es para la máquina, Paco! Que estoy sin una perra, hasta mañana no cobro el paro, y no tenemos ni para comer. Te lo juro por mi madre.
-¿Por tu madre?
-Sí, y sabes cuánto la quería. -Tiene la mirada ansiosa y se frota las manos.
-Sí, eso es lo más jodido, que lo sé. -Los ojos entrecerrados y el pitillo que sube y baja. El Piojoso está pensando.
-Vale, te vienes a comer aquí.
-¿Eh?
-Tengo potaje de garbanzos con chorizo y todo.
-Pero si tú no haces comidas.
-Hoy sí. Te vienes a las dos con la familia. Coméis aquí y ya os daré algo para cenar. Y sed puntuales, ¿vale?
El aludido cabecea, vencido, murmura algo que parece un gracias y se marcha.
-No vendrá -suelta Jaime, curvando el labio en señal de desprecio-. Ese desgraciado solo quiere pasta para jugar.
-Vendrá -sentencia el Piojoso-. Si quieres nos jugamos las pelotas de tu perro.
-Me cagüento, deja ya al animal en paz.-En eso tienes razón, el peor animal eres tú.
-Mira, Paco, me parece que voy a cambiar de bar.
-Ya tardas.
-Paco, hablo en serio.
-¿Qué cojones te hace pensar que yo voy de coña?
Jaime abre la boca, se lo piensa mejor, saca dos euros que deja en la barra y se marcha muy digno por la puerta.
-Capullo de los cojones. No sé cuál es peor, este con su puto perro y la chulería o el otro con las máquinas. -El Piojoso está cabreado de verdad. Está claro que todo viene de antiguo.
-Pues cada uno a su estilo -dictamina Sabio, que hasta el momento no había soltado ni una.
El Piojoso asiente pensativo.
-Y ahora encima te toca estar de cocinitas, porque ese viene aunque sea para no perder la cara.
-Ya lo sé. Está todo listo: un par de botes y el microondas. Y unas natillas que tengo por ahí. Y para cenar embutido de mi pueblo. Ya verás lo lustrosos que están mañana.
-Ja,ja,ja.
Y la suave risa se extiende como una ola entre los habituales. Es una risa de alivio, las cosas se habían puesto algo ásperas.
Me río también, y lo hago a gusto.
No sé... No sé... Este piojoso se está volviendo bueno
ResponderEliminarTiene su propio codigo y se atiene a eso. Algo asi como el Malamadre de Celda 211. Un hijo de puta con principios...propios.
ResponderEliminar¡Bravo! Un tio duro con sus puntazos tiernos.
ResponderEliminarHola Joe, ¿apareció a la hora de la comida?
ResponderEliminarSi es que el piojoso en el fondo es buena persona
Besos
Rosa.-
¿Qué le pasa al piojoso? ¿ya no tiene historias que contar? ¿ha cerrado el chiringuito? ¿hay huelga de cafés? ¿se ha vuelto buena persona al final?
ResponderEliminar¿Historias? claro que tiene historias, es su escribiente el que falla. Pero ya hay algo nuevo.
ResponderEliminarSi es que al Piojoso le fallan las formas, pero está hecho de buena pasta.
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